Por eso trató amablemente a José, lo puso a cargo de su casa y de todo lo que tenía. A partir de ese momento, y gracias a José, Dios bendijo a Potifar en todo, y él no se preocupaba ya de nada, más que de comer. Gn.39:6, TLA.
Hace muchos años se oía una canción llamada “El
negrito del batey” la cual decía que Dios hizo el trabajo como castigo. Esta
era la canción de un perezoso que odiaba trabajar. Según recuerdo, muchos
pensaban que era cierto lo dicho por la canción: que el trabajo era un castigo.
Pero desde el principio de la historia se ha
demostrado que el trabajo le permite al
ser humano desarrollar sus habilidades, y con esto, lograr
ser feliz.
Como ejemplo de
trabajo, podemos citar a José, un antiguo patriarca de los judíos. Hay un elemento importante en la vida de este
hombre, que lo convirtió en un trabajador especial: él
era un hombre de principios espirituales. La
historia de este singular personaje narra que, al tomar las riendas del trabajo en la
casa de Potifar, su
amo, este ya no se preocupaba de nada,
solo de alimentarse. ¡Tan diligente era José!
Por una intriga, José
llegó a parar a la cárcel, pero incluso en ese lugar continuó siendo un gran
trabajador: “Y el jefe de la cárcel
entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella
prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. No necesitaba atender el jefe
de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Dios estaba con José, y lo que él hacía, Dios lo prosperaba.” Gn.39:22,23.
Al final de la historia, encontramos a José convirtiéndose en el gobernador de toda la nación de Egipto.
¿Qué fue lo que hizo ascender a José? Primero fue en una casa, luego en la
prisión, y finalmente ascendió
en la nación de Egipto. Él
logró todo eso porque era una persona diligente en su trabajo.
- El de manos diligentes gobernará; pero el perezoso será subyugado. Prv.12:24, NVI.
- ...todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. Col.3:17,NVI.
- Dios nuestro, ¡muéstranos tu bondad, y bendice nuestro trabajo! ¡Sí, bendice nuestro trabajo! Sal.90:17, TLA.
Conclusión
Una persona llena de
virtudes nunca debe ser despedida de ningún trabajo por negligencia. Al
contrario, debe ser ascendida, promovida a un mejor puesto y digna de toda
confianza para aquellos que lo han empleado. No seamos perezosos, porque “Dios provee a cada pájaro
con un alimento, pero no se lo echa al nido.”
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