Es natural experimentar dificultades cuando iniciamos en la redacción de sermones. Esto pasa porque nos enfrentamos a terreno nuevo, pero con el paso del tiempo y la práctica, se podrá convertir en algo muy sencillo.
No obstante, si usted está iniciando como predicador o maestro de la Biblia, conviene seguir disciplinadamente algunos pasos, que poco a poco, se volverán automáticos en usted, y le facilitarán la tarea. Las siguientes recomendaciones pueden ayudarle.
SELECCIONE UN TEMA
Esta selección no debe ser arbitraria. El tema debe estar basado en las necesidades de los oyentes. Si usted es pastor, visita, está cerca de los miembros, los oye, tendrá conocimiento de primera mano de qué es lo que ellos necesitan escuchar. Podrá así seleccionar un tema que los oyentes sientan como una respuesta a la necesidad que están experimentando.
ORE
Después de saber “dónde le aprieta el zapato” a su gente, tome tiempo para orar específicamente pidiendo recibir entendimiento sobre el asunto, y pida ser portador de la luz que los oyentes necesitan para salir adelante. Converse con el Espíritu de Dios, pídale que allane el camino hasta el corazón de quienes reciben su palabra. También pídale comprender muy bien el tema, buscando el hilo del asunto a lo largo de la Biblia. Si usted conoce las necesidades de su gente, y a esto le suma lo que Dios dice del asunto, podrá influir mucho en la vida de los miembros con consejos pertinentes. Orar es indispensable en el arte de preparar un mensaje.
PREPARE SU LLUVIA DE IDEAS
Tome papel y lápiz, o su computadora, y comience a escribir todo lo que sabe del tema. Investigue, lea y anote argumentos, datos, historias, pasajes, opiniones, etc. Haga una lluvia de ideas que podrá ir ordenando a medida que va avanzando en la elaboración de su mensaje.
Puede ser que al final tenga muchísimas ideas escritas, sim embargo, solo debe seleccionar las que sean necesarias, pues su mensaje no debe ir cargado de muchas ideas, pues cualquier cosa en exceso es perjudicial.
HAGA USO DE INTERNET EN SU INVESTIGACIÓN
Inicié mi carrera como predicador hace treinta años, según esta fecha, cuando me tocaba preparar un mensaje, debía pedir libros prestados, sentarme a leer por horas hasta encontrar alguna información pertinente a mi tema. Si “tenía suerte”, lograba encontrar dos o tres ideas buenas, las cuales incorporaba a mi lluvia de ideas. Antes preparar un sermón era asunto de mucho tiempo y dedicación.
Por ser un predicador con tantos años de experiencia, viví la época de la biblioteca de papel, pero también estoy viviendo esta era, la era digital, la era del internet, el cual nos ha entregado un acceso casi ilimitado a cualquier información del saber humano. Podemos investigar sobre cualquier tema bíblico y encontrar millones de resultados al instante. Mientras escribo esto, hago una búsqueda del tema LA DEIDAD DE CRISTO, google me ofrece estos resultados: “Cerca de 1,520,000 resultados (0.56 segundos)”. ¡Más de un millón y medio de resultados en menos de un segundo! Use internet, investigue en la red, le dará solidez a su investigación y rapidez a su ministerio.
ORDENE BIEN SU BOSQUEJO Y REVÍSELO
Con una buena cantidad de información frente a usted, ahora le toca organizar el bosquejo de su sermón. Su bosquejo deberá tener al menos tres ideas principales, en las cuales desarrolle los aspectos vitales de su mensaje.
Recuerde que un bosquejo tiene seis partes específicas: Título, Texto, Propósito, Introducción, Desarrollo y Conclusión. Asegúrese de poner sus tres ideas principales en el Desarrollo. A medida que avanza en la redacción, use las ideas que tiene escritas en su “lluvia de ideas” y colóquelas donde sea pertinente.
Estructurar así su bosquejo de sermón le ayudará a organizar bien su mensaje, le permitirá exponerlo con facilidad, porque cuando se tiene un buen mapa es difícil perderse en el camino, además, si sigue coherentemente las ideas escritas, sus oyentes comprenderán fácilmente lo que escuchan.
INICIE CON SUFICIENTE TIEMPO
Puede ser que con el tiempo usted se confíe de su habilidad para preparar los mensajes, así que no le prestará mucha atención a la investigación y redacción de sus sermones. Esto es un mal que viene con el tiempo. Pero quiero asegurarle que los predicadores de impacto, los que conocemos ya de mucho, esos que nos hacen pensar cada vez que los oímos, esos siempre toman el tiempo necesario para prepararse, saben que no hay tiempo para dejar las cosas para después.
Por eso, inicie con tiempo, de esa forma su mensaje no será improvisado. Son muchos los predicadores, alrededor del mundo, que corren los sábados por la noche a buscar alguna idea para compartir el domingo por la mañana. Pero un sermón, sus ideas, ilustraciones, argumentos, todo eso, debe primero ingerirse, luego digerirse, y finalmente interiorizarse. Todo eso toma algún tiempo si se quiere hacer bien. Por eso, inicie la preparación de su mensaje con varias semanas de anticipación. Si es el caso que usted tiene que predicar cada semana, el método es igual, solo que en ese caso debe tener una programación de temas para compartir y comenzar la investigación de cada uno en el tiempo apropiado.
Quiero agregar que al iniciar con suficiente tiempo, usted se estará librando del stress, porque cuando preparamos un mensaje a la ligera, nuestro cerebro reacciona con stress, sabiendo que tenemos poco tiempo entre la exposición y la preparación.
REVISE, VUELVA A REVISAR Y SIGA REVISANDO
Cuando un mensaje ha sido “recién parido” caemos en la trampa de consentirlo, de enamorarnos de él. Esta actitud nos impide ver los defectos que nos han quedado en él. Por eso, una vez redactado su sermón, revise, y vuelva a revisar. Guárdelo por un tiempo, deje que su emoción se enfríe y retome la revisión.
Entre las cosas que deberá revisar se encuentran los puntos principales, los cuales tienen que ser coherente y no redundantes. Luego, verifique que no hay ideas que se repitan, ya sea de forma literal o en el sentido de la idea. Fíjese que sus puntos principales estén bien sustentados en los textos que le dan base a su argumentación. También es necesario que haya colocado en lugares estratégicos algunas ilustraciones, anécdotas o historias que aclaren la idea que se esté desarrollando. Vea que su introducción tenga la fuerza que se necesita para llamar la atención del oyente de inicio, y que en la conclusión usted haga una clara aplicación de su mensaje, llamando a los oyentes a vivir según las verdades presentadas en el sermón.
ALGO MÁS…
El sermón estará listo para ser predicado cuando usted sienta la necesidad imperiosa de predicarlo, es decir, cuando esté convencido que las personas deben escuchar su mensaje. Sencillamente porque esta actitud es el entusiasmo que le dará fuerza a su sermón. Cuando usted ha descubierto una verdad importante, no puede esperar para que otros la conozcan. Puede estar seguro que cuando su sermón le ha impactado a usted primero, ya está listo para impactar la vida de otros.
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