La gente dice que es muy aburrido leer las partes de la Biblia que son genealogías. Personalmente me gusta leerlas, porque en ellas podemos aprender una gran cantidad de cosas sobre los personajes, y algunos detalles importantes de la historia del pueblo de Israel.
Hay un libro en las Escrituras, 1Crónicas, el cual abre con nueve capítulos completos de genealogías. Un nombre y otro, hijo de fulano, mengano y zutano, intrascendencia en la narración, y uno que otro dato interesante cada varios capítulos. Pero fue en este mar de nombres que encontré a un personaje, al cual el Espíritu Santo le dedica solamente dos versículos, y hay quienes han escrito libros sobre la base de estos dos textos. Se trata de Jabés, cuya trascendencia fue tal, que destacó en medio de tantas personas que se perdieron en el olvido de las mentes frágiles y la rudeza del tiempo.
“Jabés fue más importante que sus hermanos. Cuando su madre le puso ese nombre, dijo: «Con aflicción lo he dado a luz». Jabés le rogó al Dios de Israel: «Bendíceme y ensancha mi territorio; ayúdame y líbrame del mal, para que no padezca aflicción.» Y Dios le concedió su petición.” 1Cró.4:9,10, NVI.
¿Qué hizo que este personaje fuera más importante, ilustre dice la ReinaValera, que los hombres de su tiempo, e incluso que sus hermanos? La diferencia radicó en la actitud. Actualmente se calcula la población mundial en 6.840,507 personas, y se estima que dentro de trece años más, se agregarán a esta cifra mil millones más. ¡Tantos como en una genealogía israelita! Ojo, nosotros somos parte de estas estadísticas, y si no tenemos una actitud cristiana llena de fe y motivación, moriremos siendo eso, una estadística más, o figuradamente, como parte de una genealogía intrascendente.
La actitud de Jabés nos revela varias cosas que podemos aprender para practicar a diario y salir así de la mediocridad en la que nos hemos sumido por voluntad propia.
1. Él no nació en las circunstancias perfectas, sin embargo, triunfó. Examine, la Biblia dice que su madre le puso ese nombre porque lo parió con dolor, es decir, desde que este hombre nació, lo hizo bajo el signo de la adversidad. Como Jabés significa “dolor” me imagino a su madre llamándolo: “dolor, ve por unas tortillas… dolor, hay que ir a la escuela… dolor, ya está la comida…” Una de las peticiones que hizo a Dios, versículo 10, “líbrame del mal, para que no padezca aflicción.” demuestra que sus aflicciones eran muchas y continuas. Muchas personas creen que van a triunfar cuando las cosas sean perfectas y todo marche bien, cuando tengan los recursos, o bajen de peso; pero, el GRAN PERO, quiero decirle que no existen las circunstancias perfectas. Cada uno de nosotros somos llamados a forjar nuestras propias circunstancias y obligarlas a obedecernos, a sernos propicias, pero para esto, también nosotros hemos de ser “Jabés” por un tiempo, es decir, atravesar penalidades hasta lograr nuestros objetivos.
2. Fue constante, no dejó la lucha, perseveró para lograr sus objetivos. Una persona con un nivel primario de lectura, al leer 1Cró.4:9,10, puede llegar a pensar que a nuestro personaje le salió sencillo el asunto. Claro, uno lee estos dos versículos que terminan con una nota positiva: “Y Dios le concedió su petición”, y piensa de inmediato que Jabés obtuvo a la primera su petición. No, no fue de esa forma. En este asunto tuvieron que intervenir varios factores, entre ellos, que él fue constante en su petición, que pasó varios años antes de ver realizado lo que quería, que tuvo comunión íntima con el Señor por medio de la oración, y que verdaderamente quería lo que estaba pidiendo, razón esta que lo llevó a perseverar hasta obtener del cielo lo que quería.
La perseverancia es la principal virtud de los triunfadores. Quien no persevera no puede alcanzar. Así es en todas las áreas de la vida. Recuerdo cuando inicié mis estudios superiores en la universidad para obtener una licenciatura en lingüística. Los primeros días el saló estaba abarrotado de personas. Pasados los cinco años y llegado el momento de la graduación, de las cincuenta personas que iniciamos, solamente recibimos nuestro título unos quince.
Perseverar es una virtud, pues esta nos ayuda a continuar cuando ya no queremos seguir, nos entusiasma cuando encontramos adversidades. Con ella logramos saltar los obstáculos más altos que encontramos en el camino, y nos da una visión correcta de nuestro destino, pues nos ayuda a poner los ojos en la meta, y no en lo duro del camino.
Jabés sufría mucho, las penalidades en su vida eran constantes, y muchas veces no comprendía por qué, a pesar de no tener una respuesta a su petición, continuaba haciéndola en cada oración: “Señor, bendíceme.” Algunos de sus amigos le decían: “Pero Jabés, tú si que eres un tonto y un necio. Miras que Dios no te y tú continúas pidiendo lo mismo. Chico, ¡deja de insistir!” Finalmente, llegó el día en el cual pudo disfrutar de la respuesta de Dios. Su perseverancia lo llevó a obtener todo lo que quería.
3. Pidió en grande: “Bendíceme y ensancha mi territorio;” Estamos muy acostumbrados a ser mediocres, incluso cuando pedimos a Dios. Nuestro personaje conocía su lugar y lo que quería. Él quería recibir todos los bienes posibles, y además, pidió que el Señor multiplicara sus tierras, sus posesiones: “ensancha mi territorio”. Algunas personas pueden pensar que lo que Jabés pidió no estaba bien, sin embargo, el hecho de haberlo recibido, indica que Dios miró con agrado la petición que le hizo.
Esto debe hacernos entender que tenemos licencia para cualquier tipo de peticiones que tengamos en el corazón. En realidad, deberíamos pedir al Señor solamente las cosas grandes, pues muchas de las cosas pequeñas que pedimos, ni siquiera necesitan ser pedidas en oración, pues con un poco de esfuerzo de nuestra parte, las podemos obtener.
Este destacado hombre de 1Crónicas llegó a entender que era una criatura creada conforme a la imagen y semejanza de Dios, por lo tanto, digna de la mejor posición que pudiera tener, así que se atrevió a hacer peticiones ATREVIDAS. Él pidió en grande y Dios le contestó, ¿Por qué no habría de contestarnos a nosotros?
Además, pedir en grande es reconocer también la grandeza y el poder ilimitado del Señor. ¿Acaso pedimos a un Dios insignificante e incapaz? Todo lo contrario, cuando oramos nos acercamos al Rey Soberano y Eterno, para el cual no hay desafíos ni retos imposibles. Es más, nunca podremos impresionar a Dios con ninguna petición que le hagamos, ¿acaso hay algún límite para él? Por muy grande que sea nuestra petición, no hay límites para él.
4. Mantuvo una relación con Dios muy íntima. Muchas personas fracasan en el cristianismo porque están centradas en este mundo, y su corazón está lejos del Señor. ¡Qué error más brutal! El mismo Jesús dijo que para obtener todo tipo de bienes, debemos primero hacer de Dios nuestra máxima prioridad, Mt.6:33. Jabés obtuvo sus bendiciones materiales por la vía espiritual. La base de una prosperidad sana y perdurable es una vida espiritual plena y muy profunda. 3Jn.2.
Siento tristeza por personas que fracasan económicamente o que siempre viven necesitadas. Mi conclusión de por qué ellas fracasan es sencilla: su vida espiritual anda mal. Cuando alguien está bien con Dios y disfruta de una comunión grande con él, tiene derecho a recibir toda clase de bendiciones, pues esa es una promesa que hace constantemente a lo largo de las escrituras: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” Dt.5:29. RV60.
Este hombre se levantó por encima de la adversidad como un gigante entre los hombres mediocres de su tiempo, y logró obtener una mención trascendental en las Escrituras. Él forjó sus circunstancias y logró que ellas le obedecieran. Sobrevoló, como las águilas, la tormenta, y pudo impulsarse con los vientos de la fatalidad para llegar a su destino.
Jabés sufría mucho, las penalidades en su vida eran constantes, y muchas veces no comprendía por qué, a pesar de no tener una respuesta a su petición, continuaba haciéndola en cada oración: “Señor, bendíceme.” Algunos de sus amigos le decían: “Pero Jabés, tú si que eres un tonto y un necio. Miras que Dios no te y tú continúas pidiendo lo mismo. Chico, ¡deja de insistir!” Finalmente, llegó el día en el cual pudo disfrutar de la respuesta de Dios. Su perseverancia lo llevó a obtener todo lo que quería.
3. Pidió en grande: “Bendíceme y ensancha mi territorio;” Estamos muy acostumbrados a ser mediocres, incluso cuando pedimos a Dios. Nuestro personaje conocía su lugar y lo que quería. Él quería recibir todos los bienes posibles, y además, pidió que el Señor multiplicara sus tierras, sus posesiones: “ensancha mi territorio”. Algunas personas pueden pensar que lo que Jabés pidió no estaba bien, sin embargo, el hecho de haberlo recibido, indica que Dios miró con agrado la petición que le hizo.
Esto debe hacernos entender que tenemos licencia para cualquier tipo de peticiones que tengamos en el corazón. En realidad, deberíamos pedir al Señor solamente las cosas grandes, pues muchas de las cosas pequeñas que pedimos, ni siquiera necesitan ser pedidas en oración, pues con un poco de esfuerzo de nuestra parte, las podemos obtener.
Este destacado hombre de 1Crónicas llegó a entender que era una criatura creada conforme a la imagen y semejanza de Dios, por lo tanto, digna de la mejor posición que pudiera tener, así que se atrevió a hacer peticiones ATREVIDAS. Él pidió en grande y Dios le contestó, ¿Por qué no habría de contestarnos a nosotros?
Además, pedir en grande es reconocer también la grandeza y el poder ilimitado del Señor. ¿Acaso pedimos a un Dios insignificante e incapaz? Todo lo contrario, cuando oramos nos acercamos al Rey Soberano y Eterno, para el cual no hay desafíos ni retos imposibles. Es más, nunca podremos impresionar a Dios con ninguna petición que le hagamos, ¿acaso hay algún límite para él? Por muy grande que sea nuestra petición, no hay límites para él.
4. Mantuvo una relación con Dios muy íntima. Muchas personas fracasan en el cristianismo porque están centradas en este mundo, y su corazón está lejos del Señor. ¡Qué error más brutal! El mismo Jesús dijo que para obtener todo tipo de bienes, debemos primero hacer de Dios nuestra máxima prioridad, Mt.6:33. Jabés obtuvo sus bendiciones materiales por la vía espiritual. La base de una prosperidad sana y perdurable es una vida espiritual plena y muy profunda. 3Jn.2.
Siento tristeza por personas que fracasan económicamente o que siempre viven necesitadas. Mi conclusión de por qué ellas fracasan es sencilla: su vida espiritual anda mal. Cuando alguien está bien con Dios y disfruta de una comunión grande con él, tiene derecho a recibir toda clase de bendiciones, pues esa es una promesa que hace constantemente a lo largo de las escrituras: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” Dt.5:29. RV60.
Este hombre se levantó por encima de la adversidad como un gigante entre los hombres mediocres de su tiempo, y logró obtener una mención trascendental en las Escrituras. Él forjó sus circunstancias y logró que ellas le obedecieran. Sobrevoló, como las águilas, la tormenta, y pudo impulsarse con los vientos de la fatalidad para llegar a su destino.
Una persona común y corriente no puede ver oportunidades, solo desgracias. Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) escritor británico, dijo sobre la mediocridad: “La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta.” Así es. Pero Jabés se sobrepuso a todo y logró la bendición del Señor. Usted también puede hacerlo.
HormiguitaZ es una película estadounidense producida en 1998, pionera de la animación digital. El protagonista de esta trama es la Hormiga “Z”, quien nació obrera, y por lo tanto, ha de conformarse con serlo el resto de su vida. Sin embargo, “Z” se rebela contra el colectivismo mediocre y por su atrevimiento, se convierte en una hormiga destacada dentro del panal.
La película concluye con una escena que resume el espíritu de la cinta: la cámara sale desde la colonia, se ve el panal de hormigas, y luego este panal se nota en un montículo de tierra junto a una llave de agua, la cual está en cerca de un basurero. Mientras la escena va creciendo y volviéndose panorámica, el panal de hormigas va desapareciendo para darle pase al paisaje completo. Finalmente se logra ver la ciudad, ante la cual, el panal de hormigas es sencillamente insignificante. La ciudad parece un universo, mientras que el panal de hormigas se aprecia como un pequeño e insignificante punto en medio de aquella grandeza. Allí vivía el gran “Z”.
¿Qué nos enseña esto? Que en medio de la adversidad, y donde nosotros parecemos insignificantes y mediocres, podemos destacar entre los hombres de nuestro tiempo y convertirnos en personajes de éxito, quienes no nos hemos conformado con lo común, sino que hemos puesto nuestra mirada en el futuro y en nuestros objetivos, y luchamos día con día para lograr lo que nos hemos propuesto.
El cristianismo mismo es la esencia de la victoria y la diferencia, pues en un mundo perdido y lleno de fracasos y mediocridad, nosotros hemos sido llamados a ser diferentes, a ser luz del mundo, Mt.5:13-16. De hecho, solo aquellos que estemos dispuestos a superar nuestras adversidades y fracasos, podremos entrar a la eternidad. Por eso, convirtámonos en personas fuera de lo común, destacadas, y no formemos parte de las interminables genealogías de personas intrascendentes y mediocres que caminan por este mundo.
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