Lic. Bruno Valle G.
¿Cuáles son esas cadenas y cómo podemos destruirlas? La siguiente ilustración iluminará nuestra comprensión y nos dará la respuesta.
Un colosal elefante en el circo hace su presentación. Sigue las indicaciones, divierte al público, y finalmente es encadenado a una pequeña estaca en el suelo. Claro está que la fuerza de aquel animal es capaz de liberarlo de tan débil prisión. Pero, ¿por qué, a pesar de tener el tamaño y las fuerzas, se mantiene sumiso a su cadena?
Cuando el elefante nació, a los pocos días, fue encadenado a la estaca. Por su tamaño, aunque intentó liberarse mil veces, finalmente se dio por vencido. Fue condicionado a pensar que la estaca era invencible, y creció pensando que no podía liberarse. De grande jamás hizo ningún intento por ser libre, simplemente creyó que era imposible.
Nos parecemos al elefante, encadenados mentalmente, creyendo que es imposible lograr lo que está al alcance de nuestros dones y talentos. Nos hemos conformado a la simplicidad de nuestra vida y no logramos ver más allá de nuestras narices.
Levante la vista, mire a su alrededor, se dará cuenta que hay millones de elefantes encadenados, que pudiendo ser, sus pensamientos los han llevado a aceptar lo que tienen, aunque poseen las fuerzas para más.
El colmo de esta realidad es que ni siquiera hemos cuestionado las ideas que nos encadenan. ¿Verdaderamente es imposible que alcancemos objetivos realmente importantes? ¿De veras estamos destinados a permanecer frustrados y morir en el fracaso? ¿Hemos nacido para ser ignorados?
El problema está en la cabeza
Cuando san Pablo escribió a los hermanos de Éfeso, los exhortó a cambiar su mentalidad: “Ustedes deben cambiar completamente su manera de pensar…” Efesios 4:23. Somos lo que pensamos, somos el producto de lo que hemos aprendido de nuestros padres, abuelos, de nuestro entorno. Tristemente, un gran porcentaje de tal enseñanza ha sido negativa, tendiente siempre al pesimismo. Al venir a Cristo, traemos con nosotros esa herencia. Por eso Pablo nos anima “cambien totalmente su mentalidad”.
En mis años de universidad, algunos de mis maestros me enseñaron que era necesario reaprender, y para lograrlo, por supuesto debemos desaprender. Lo primero que deberíamos entender es que “esas estacas mentales” son engañosas, que nosotros somos más fuertes que ellas y que somos libres para decidir ser lo que deseamos ser. Este pensamiento debe dominar nuestra mente.
A la vez, aquello con lo que alimentamos nuestra mente tiene importancia para ayudarnos a vivir con seguridad, sin temor a represalias. Es lo que leemos, escuchamos y vemos lo que alimenta nuestros pensamientos. Por lo tanto, seamos selectivos en estas cosas, y llenémonos de un buen conocimiento que nos mantenga rumbo al éxito cada día de nuestra vida.
Desde unos años atrás, los especialistas nos dicen que nuestras palabras programan nuestros pensamientos. Así es. La continua repetición de ideas hace que estas queden ancladas en nuestra mente. El remedio sencillo es erradicar cualquier expresión pesimista o negativa de nuestra boca y usar en su lugar palabras motivadoras y que nos ayuden a mantener un buen estado de ánimo.
CONSIDERE:
Será lo que tiene en mente ser. Dios le ha dado el poder para serlo. Usted tiene talentos, y privilegios que ni siquiera ha notado. No permita que sus pensamientos le esclavicen a una vida triste y sin sentido. ¡Es un hombre, no un elefante!
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