Rondaba los 12 años de edad, cuando una mañana de sábado, sentado con mi familia, nos dispusimos a ver una película en dibujos animados, cuyo título era “Corre Melos”. En ella se presentaba la historia de dos amigos, quienes habían servido al rey en el servicio militar cuando eran jóvenes. Esta es una historia corta del escritor japonés Osamu Dazai, publicada en 1940, y muy leída en las escuelas de Japón.
Los dos amigos se vuelven a encontrar muchos años después en el pueblo donde uno de ellos vivía, Siracusa. El amigo del pueblo, escultor de gran renombre, le relata a su compañero de milicias cuánto ha cambiado el rey, lo desconfiado que se volvió y lo déspota que se comportaba con sus súbditos.
Andando de compras por las calles del pueblo, el visitante tiene un rencuentro desafortunado con el rey: en un descuido, su pequeño acompañante, asusta a uno de los caballos del rey, el animal brioso bota al monarca, y los soldados capturan al joven, quien jura que todo fue un accidente, pero el monarca lo acusa de conspiración para matarlo. La suspicacia del rey era tanta, que había perdido toda confianza, y ya no creía en la amistad. El joven tiene que ir a la cárcel y es sentenciado a muerte por el supuesto complot contra el alto dignatario.
Ya en la cárcel, el joven siente una tristeza profunda por la actitud del rey, pero sobre todo porque ya no podrá ver a su hermana casarse, razón por la cual él andaba de visita en el pueblo para comprar un hermoso regalo que entregaría a su hermana como presente de boda.
Cuando su amigo del pueblo se entera de la injusticia, llega a la cárcel, y propone al rey tomar el lugar del joven para que este vaya a su casa, participe de la ceremonia nupcial, y logre ver a la chica feliz por última vez. El rey lo considera un estúpido, pero que si eso quería, así se haría. El joven encarcelado tiene pocas horas para ir a su pueblo, estar en la boda, y regresar para tomar su lugar nuevamente, antes que su amigo sea ejecutado por su causa.
El muchacho corre al pueblo, por la noche se goza en la boda de su hermana, sin decirle la tragedia de muerte que le esperaba. La fiesta termina, y el joven emprende el viaje de regreso. Pero en el trayecto, atraviesa muchas dificultades, las cuales retrasan el regreso.
Como suelen hacer las compañías cinematográficas con sus historias, mantuvieron nuestra alma en vilo a lo largo de la trama. Mi corazón de niño latía a mil por minuto, y el suspenso por la tardanza del joven corredor se incrementaba a cada momento. De repente, un anuncio comercial que disparaba la ansiedad. ¿Podría Melos llegar a tiempo para salvar la vida del amigo que confió en él poniendo su vida por prenda?
Finalmente, mal herido, cojeando y sangrando, el muchacho logra llegar al pueblo justo en el momento en que la ejecución se llevaría acabo, la cual se había programado inmediatamente que el sol terminara de ponerse.
La trama llega a su punto culminante cuando Melos, exhausto, está frente a su amigo, pero el rey quiere continuar con la ejecución, pues según él, el sol ya se había terminado de ocultar. El pueblo que presenciaba la ejecución, protesta, y de repente, alguien logra ver que en uno de los tejados de una casa, aún se reflejan los rayos del sol, queriendo esto significar que el astro rey aún no se había ocultado. En la luz del sol hay una clara metáfora de esperanza de vida, según la historia.
El pueblo protesta, bajan al rehén, colocan a Melos en su lugar, pero al ver el gesto heroico del amigo que vuelve para enfrentar la muerte, también el pueblo pide la liberación de este.
Al ver el gesto de nobleza y lealtad de los dos jóvenes, el rey se convence que aun la amistad y fidelidad existen, y es así como el monarca recupera su confianza en el hombre y cambia de actitud. Vuelve a creer en la amistad.
En resumen, en la historia se resaltan los valores de la amistad, la confianza hacia los demás y el cumplimiento del deber. “Corre Melos” nos enseña que en medio de un mundo perdido y desconfiado, aún podemos creer en la amistad, en la fidelidad y los buenos sentimientos.
Esta es solo una película, con una historia ficticia, como todas las de la industria del cine, pero su contenido si ocurrió realmente hace miles de años: Jesús de Nazaret fue el fiel amigo que tomó nuestro lugar para que nosotros tuviéramos acceso al Padre celestial de manera libre y constate. La diferencia consiste en que nosotros no corrimos a bajarlo de la cruz, y él tuvo que ofrendar su sangre por todos nosotros.
Cuando el Señor estuvo ante Pilato, el gobernante trató de liberar a Jesús proponiendo al pueblo escoger entre él y un bandido llamado Barrabás. Éste último estaba sentenciado a muerte, sus crímenes fueron tantos, que por fin le llegaba la hora de pagar por ellos. Barrabás era culpable. Pero el día de su ejecución, hubo alguien que tomó su lugar: ese fue Jesús, el inocente tomó el lugar del culpable, para que aquel saliera en libertad y pudiera continuar viviendo.
Querido amigo, nosotros somos Barrabás, que siendo culpables, hubo alguien que tomó nuestro lugar y murió por nosotros. Inspirado por el Espíritu Santo, el apóstol S. Pablo escribió: “Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”. Ro.5:8.
¿Y por qué tomó nuestro lugar? Fue por su profunda amistad: “Nadie tiene un amor mayor que este: que uno dé su vida por sus amigos”. Jn.15:13.
Jesús te considera su amigo, y te ama de una forma inimaginable. Corresponde a esa amistad, cultiva la comunión con él, y bájalo de la cruz, para colocarlo desde hoy y para siempre en tu corazón.
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