Lo peor que podemos hacer con la palabra de Dios es no creerla, y en cuanto a la oración, esta idea es más notable.
El Antiguo Testamento manifiesta que la constancia era una cualidad de los que querían recibir beneficios del Señor. Cuando leemos expresiones como “Dios mío, escucha mi oración; no desatiendas mi súplica.” Salmo 55.1, nos encontramos ante una actitud perseverante, continua delante del Altísimo. Este tipo de expresiones aparecen literalmente muchas veces, y otras expresiones como “Rebeca no podía tener hijos, así que Isaac le rogó al Señor por ella. Y el Señor oyó su oración y Rebeca quedó embarazada.” Gn.25:21, también son muy comunes en los libros del Antiguo Testamento. Este último versículo presenta una bendición recibida, pero se nota una carga fuertísima de constancia e insistencia por parte de los beneficiados. Al aparecer una buena cantidad de veces este tipo de suplicas en
Para Dios, las oraciones de sus hijos son agradables: “El Señor no soporta las ofrendas de los malvados, pero recibe con agrado la oración de los justos.” Pr.15:8, también versículo 29. Esta es una buena razón para estar en la presencia del Dios invisible con gran frecuencia.
El rey Ezequías fue un hombre de oración. Esta característica suya se puede notar en las veces que
Otra ocasión fue cuando Dios le anunció su muerte, pero por haber orado fervientemente, el Señor le concede 15 años más de vida, 38:5. ¡Qué gran noticia le llevó Isaías al rey!: tu oración ha sido escuchada, y vivirás quince años más. Un hombre que creía en la oración, en momentos peligrosos como en momentos de muerte, tuvo la dicha, por su confianza en el Señor y su constancia, de recibir frecuentemente las respuestas a sus plegarias. Su oración está registrada en Is.38:3, y en ese mismo capítulo, un hermoso salmo que compuso después de haber sido sanado, producto de su oración a Dios. ¡Qué hombre más admirable fue Ezequías! Creyó en Dios, creyó en la oración.
¿Qué debemos hacer mientras insistimos delante de Dios? Solamente esperar con mucha paciencia, así le demostramos nuestra plena confianza y dependencia. Salmo 37:7 dice: “Guarda silencio ante el Señor; espera con paciencia a que él te ayude.” La frase “guarda silencio ante el Señor” hace mención de una actitud humilde y dependiente, e incluso, se puede pensar que esto se refiere a quedarse esperando la respuesta de Dios sin quejarse de las circunstancias.
Hermano, ¿por qué darse por vencido cuando Dios nos dice que insistamos? ¿Por qué dejar de insistir en nuestras peticiones cuando estas pueden hallarse a la vuelta de la esquina? Quizás nos falte poco para recibir la bendición.
Las bendiciones buenas y duraderas, solamente son para los que perseveran orando por lo que quieren recibir.
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