¿TE HAS PORTADO MAL?

¿TE HAS PORTADO MAL? 1

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a Biblia narra que en una ocasión, el rey David dejó de cumplir con sus deberes como gobernante, 2Sm.11:1. En el tiempo que debía ir a la guerra, mandó al general Joab con el ejército israelita, pero él se quedó en casa.

Esta actitud trajo como consecuencia el terrible pecado de adulterio que el rey cometió con Betsabé, la esposa de uno de los soldados valientes del ejército, llamado Urías. 2Sm.11:2-4. Pero el pecado de adulterio no fue lo único que cometió David, sino que también mintió, y cometió asesinato contra el esposo de la mujer que tomó. La actitud más despreciable que se puede encontrar en la narración de 2Sm. 11, es la forma en la que David manda a matar a Urías: entrega en la propia mano del soldado la sentencia de muerte, sin que este se dé cuenta de que estaba llevando la orden de que lo mataran, 2Sm.11:14,15.

Betsabé quedó embarazada como producto del adulterio cometido con el rey. David no pudo lograr que Urías se acostara con su mujer para achacarle el hijo, así que el último recurso que encontró fue matar al esposo engañado y quedarse con la viuda. Al finalizar esta historia, la Biblia cierra diciendo que esto que hizo el rey David fue desagradable a los ojos de Dios, 2Sm.11:27.

Este “hombre conforme al corazón de Dios”, cometió pecado tras pecado: fue negligente, codició la mujer de su prójimo, cometió adulterio, quiso engañar, fue sínico, y mandó a matar a Urías para cubrir su pecado. Pero lo más grave de todo esto es que él NO ESTABA CONSCIENTE DE SUS PECADOS, o por lo menos, no quiso refrenar su conducta. Quizás porque era el rey, pensó que su actitud tenía justificación.

Si una persona comete un pecado sin darse cuenta o ignorando que es pecado, ¿queda libre de culpa o responsabilidad por su ignorancia?

Veamos lo que dice la biblia: “Puede darse igualmente el caso de que alguien del pueblo cometa pecado haciendo sin intención algo que es contra los mandamientos del Señor su Dios. En ese caso tal persona es culpable”. Lv.4:27. PDT. Los códigos de las naciones del mundo nos enseñan que nadie puede alegar desconocimiento de la ley. Es decir, nadie puede decir, “es que lo hice porque yo no sabía que era malo”. Este principio legal es tan antiguo como Lv.4:27.

Así, vemos que podemos haber cometido pecados de los cuales no somos conscientes, porque quizás no son tan evidentes o tan graves, según nuestra opinión. Pero pequeño o grande, evidente u oscuro, el pecado tiene en sí mismo toda la esencia del mal y de la condenación, y el caso de David, demuestra claramente esta verdad.

Cada día debemos hacer un inventario de nuestra vida, y pedir a Dios discernimiento sobre nuestras acciones, porque podemos estar asumiendo una actitud como buena o justificada, cuando realmente es un pecado. El salmista oró de esta manera: “Nadie puede darse cuenta de absolutamente todos sus errores. Así que te pido que me ayudes a no cometer pecados sin darme cuenta”. Sal.19:12.

Todo pecado, consciente o inconsciente, grande o pequeño, trae consigo consecuencias. La próxima semana analizaremos los perjuicios de los pecados cometidos, mientras tanto, oremos a Dios para liberarnos de todo aquello que puede perjudicarnos espiritualmente.

¿TE HAS PORTADO MAL? 2

Cuando David mató a Urías y se quedó con la viuda de este, vivió por un tiempo sin darse cuenta de la maldad que había cometido, aunque esta ignorancia no lo justificaba delante de Dios. ¿Cómo perjudicó este pecado inconsciente al rey que era conforme al corazón de Dios?

El Señor mandó al profeta Natán ante David para hacerle ver su pecado. Hay personas que no pueden reflexionar sobre sus actos y nunca llegan a entender sus errores, es necesario que otros se los señalen. David fue uno de ellos. Natán se valió de una historia, la cual en realidad era una queja contra un hombre que había actuado impíamente, 2Sm.12:1-4. Al oírla, el rey enfurecido, dictó sentencia contra el hombre, sin saber que era contra él que estaba pronunciando el castigo. Esto fue lo que dijo: “¡Te juro por Dios que quien ha hecho tal cosa merece la muerte! ¡Y debe pagar cuatro veces el valor de la ovejita, porque actuó sin mostrar ninguna compasión!” 2Sm.12:5,6.

Este ejemplo nos llama la atención a desarrollar un espíritu de autoanálisis y evaluación de nuestras vidas de manera constante, diaria. Como David, nosotros también somos capaces de ver el pecado ajeno, ignorando nuestros propios fallos. Pero los ojos de Dios están por todo el universo, él es el juez eterno, imparcial y justo, y si nuestra conciencia no nos llama la atención, él lo hará. 1Jn.3:20: “pues si nuestro corazón nos acusa de algo, Dios es más grande que nuestro corazón, y lo sabe todo”. En este caso, el profeta fue la conciencia de David: ¡Tú eres ese hombre! V.7. Si nos evaluamos a diario y pedimos la dirección del Señor para hacerlo, no necesitaremos que nadie nos diga qué es bueno y qué es malo.

El perjuicio que este pecado trajo al rey David fue dictaminado así: “Puesto que me has menospreciado al apoderarte de la esposa de Urías el hitita para hacerla tu mujer, jamás se apartará de tu casa la violencia. Yo, el Señor, declaro: Voy a hacer que el mal contra ti surja de tu propia familia, y en tu propia cara tomaré a tus mujeres y se las entregaré a uno de tu familia, el cual se acostará con ellas a plena luz del sol. Si tú has actuado en secreto, yo voy a actuar en presencia de todo Israel y a plena luz del sol”. 2Sm.12:10,11. De esto podemos aprender que todo efecto tiene una causa, o en palabras bíblicas, todo lo que se siembra es lo que se cosecha, Gál.6:7, aunque se cometa pecado inconscientemente. Aprendamos: toda acción es un boomerang, que siempre regresa.

Pero Dios dice en su palabra que tenemos esperanza: “Al que disimula el pecado, no le irá bien; pero el que lo confiesa y lo deja, será perdonado”. Prv.28:13. La versión Reina Valera lo dice así: “El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”. Esta esperanza se refiera al perdón que sigue al arrepentimiento, sin embargo, las consecuencias del pecado continúan su curso. En el caso de David, Betsabé siempre quedó embarazada, siempre recibió la sublevación por parte de su hijo Absalón, y siempre vivió en guerra, como el enviado de Dios se lo profetizó.

Querido, ¿has estado sufriendo la terrible tribulación de una vida llena de sin sabores y luchas interminables? ¿Podrían ser estas los resultados de tus pecados del pasado o de tus pecados inconscientes? El reconocimiento es el primer paso necesario para la restauración del ser humano: “David admitió ante Natán: –He pecado contra el Señor”. 2Sm.12:13.

Si no eres consciente de pecado, puedes hacer esta sencilla oración: Nadie puede darse cuenta de absolutamente todos sus errores. Así que te pido que me ayudes a no cometer pecados sin darme cuenta”. Sal.19:12. Es urgente, pues, apartarse de todo aquello que consciente o inconscientemente nos perjudica delante de Dios.

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